martes, 14 de febrero de 2012

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Hay que saber disfrutar de los pequeños placeres de la vida. De quedarse un fin de semana en casa, con el único plan de peli y manta. De gozar del trabajo que se tiene, y más en estos tiempos que corren. En saborear la última onza de chocolate que queda en toda el hogar. De una llamada que tan sólo pregunta que tal te va. De un buen libro que te transporta a otro lugar. Del viento que trae olores a recuerdos que nunca volverán. Y sobre todo de esa milésima de segundo en los que tu mirada busca la mía entre los demás.